Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

miércoles, 22 de mayo de 2013

Living in Ottawa

Hoy ha habido un terremoto de 5.2 grados en la escala de Richter. Todos en la oficina lo han sentido menos yo. Mi supuesta condición de hiperestésico al garete. M, por cierto, tampoco ha notado nada. 

*

(Only in Ottawa) ¿Dónde estaban las llaves que he buscado casi una hora? En la puerta, por fuera. ¿Cuánto tiempo han estado ahí? Toda la noche. ¿En qué ciudad vivimos? En Ottawa. 


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lunes, 20 de mayo de 2013

Algodón

En días como hoy Ottawa es una ciudad (si se permite la palabra) idílica. Todo es nuevo, todo es verde. El viento sisea entre las ramas de los árboles y los niños del vecindario juegan en la calle, sin armar escandalera, como juegan los niños canadienses, que aprenden desde pronto esa urbanidad y esa tristeza, con gorjeo desenfadado de pájaros en el fondo. Hay flores, crecidas por sorpresa, como si en lugar de brotar alguien las hubiese clavado por la noche. Señorea el tulipán, flor de gran arraigo y floración temprana, que tiene incluso un festival para sí. La cosa viene de 1945: la familia real de Holanda regaló a la ciudad 100.000 bulbos en agradecimiento a la acogida de la princesa Juliana durante la ocupación nazi. En nuestro propio jardín han florecido dos, que no sabíamos que estaban. El tulipán es una flor tipo Balenciaga, talle esbelto y corola lisa.  Decepciona un poco: se apocha enseguida. Tuve ocasión de comparar su decadencia con la de la rosa de tallo largo de Sant Jordi. El tulipán rápidamente dobló la cerviz, como hundido por el peso de su propia elegancia; al poco sus pétalos se despaturran exhaustos. La rosa, en cambio, altiva y resiliente, no pierde más de un pétalo al día, sin ladear, o un poquito, como una cabeza de Modigliani, con tristeza y dignidad inabdicada. Una jabata, la rosa. También han aparecido en los parterres fachendosos narcisos (curiosa flor) y dentro de poco, petunias. (Peonias, corrige M). Pero el acabose, el imposible, el mayor espectáculo del mundo, es el manzano en flor, que aunque pertenece a la finca vecina, reposa la copa sobre nuestra terraza. Ni Valle del Jerte ni cerezos de Fukushima ni nada. Ottawa y toda la ventana llena de algodón.

Las fotos no están todavía disponibles por razones técnicas.