Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

sábado, 28 de septiembre de 2013

Dietario para Lola

A partir de hoy el blog se desdoblará, reservando un apartado para narrar los días de una casi recién llegada.


(A modo de prólogo). 

Lola, querida:

Ayer el médico nos comentó que podrías llegar antes de lo previsto. Al volver a casa nos apresuramos a hacer tu maleta y la nuestra, con todo lo que vamos a necesitar, sobre todo tú y tu madre. A mí sólo me han encargado llevar chocolate y cámara de fotos, y una reserva abundante de ánimos que insuflar cuando llegue el momento. También echamos a lavar toda tu ropa, que hoy se seca al distraído sol de otoño. Estos días la ciudad luce festones rojos, naranjas y amarillos. Los ve cada día tu madre como guirnaldas junto al canal, camino de la universidad —qué orgullosa te sentirás de ella, echándose todo ese trabajo encima, con ilusión y un carácter que no abunda— y los vemos todos los viernes, a lado y lado de la autopista para ir a ver al doctor Dargie, un buen hombre, que franqueará tu paso a esta parte del mundo. En el futuro te hará gracia saber que naciste en un pequeño pueblo de Estados Unidos, donde los amish conducen en carretas y se come horrorosamente. Un pueblo contrahecho y pobretón —pero con buen hospital— que a veces parece el decorado de cartón de un obra estrenada hace décadas. Odgensburg, se llama (sin duda no será la primera palabra que puedas pronunciar). Para nosotros será inolvidable y, perdón por la palabra, idílico. Pero ya lo verás todo con tus propios ojos, cuando entres en nuestra vida para cambiarla para siempre. 

Un beso, 

P.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Pinos

Tras la rutina de ambos hemos ido a caminar por el arboreto, proyecto acariciado muchas veces y sólo hoy realizado. Un lugar bellísimo, aunque M no me deje utilizar esta palabra. A la vista de todos, y sin embargo oculto, galante, soñoliento. Apto para fundar una academia y dar peripatéticos paseos. Tiene una especie de fiordo vegetal que se mete en el canal como una pequeña isla. Hasta allí hemos llegado, comentando dificultades de la vida que el jardín y el sol de otoño hacían más manejables. Frente a la punta del lago −no es lago, es el canal, que se ensancha− he citado para mis adentros el verso girondino, Oh temps suspends ton vol. Yo siempre tan girondino. Unos patos se llevaban el pico hacía la cola, en un escorzo improbable, no sé para qué. Otra pregunta: ¿Practican los patos el carpe diem? Se da por hecho que los animales no conocen el paso del tiempo, y quizá ignoremos su secreta melancolía. Seguimos caminando. La variedad botánica no es muy grande. De repente, retorno de lo vivo lejano: el sendero se transforma en una avenida flanqueada, por el costado derecho, de pinos, altos, robustos, despeluchados, severos como moáis de la isla de Pascua. Los mismos pinos, negros, estólidos, centinelas, más tronco que planta, que pueblan los dilectos lugares de la infancia. La placa dice que provienen de Texas, variedad ponderosa, pero M y yo sabemos que el sueño de la memoria lo ha traído desde El Escorial y la Costa Brava.

Hay días en que Ottawa no permite la queja.


domingo, 22 de septiembre de 2013

Amortizado

Las banderas de la capital ondean a media asta. El jueves un autobús de línea fue embestido por un tren de cercanías mientras cruzaba un paso a nivel, causando seis muertos. La desgracia ha sacado a la luz datos interesantes, pero no desconocidos: existen en Canadá más de 3.000 pasos a nivel de estas características. Se producen unos 200 accidentes anuales. En el caso que nos ocupa, hace años la burocracia capitalina estimó en 8 millones de dólares el coste de resolver el problema. Se juzgó excesivo. Un nuevo ejemplo de la aversión al gasto público que se tiene en Canadá. Es un país tan inmensamente rico en recursos llama la atención el pobre estado de sus infraestructuras: trenes viejos, postes de la luz en superficie, terminales viejunas, carreteras que necesitarían una mejora en el firme y en las incorporaciones. Se suele aludir al clima como condicionante, pero es débil pretexto. Las cosas hay que cambiarlas, aunque sea una vez cada treinta años. Como una honrada familia de antaño, Canadá se comporta como si tuviera ya 'los gastos hechos', es decir, la hipoteca pagada, los niños educados y la parcela en el cementerio a su nombre. O como dice mi padre con admiración cuando cae por aquí, en este país está ya todo 'amortizadito'. Como vengo de un país que se ha pasado por el otro lado, no diré nada más que esa vieja pieza de sabiduría ática: para todo hay un punto medio.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Proud

Nos acercamos, con los nuevos compañeros de M, a ver Proud,  una obra de teatro que estrenan en Ottawa. De antemano sólo sabíamos que era una sátira sobre Stephen Harper, el Primer Ministro canadiense. Como creo que ya he dicho en estos diarios, muchos liberales de la capital tienen la ilusión de estar viviendo, por fin, en un régimen fascista. Es la variante política de la nostalgie de la boue, comprensible en un país ayuno de emociones fuertes como es Canadá. Con ese prejuicio iba yo al teatro, esperando ver algo grosero. En absoluto. Proud es casi un homenaje. El autor, que intuyo a la izquierda, hace lo contrario que tantos izquierdistas infantiles: sospecha que el conservador es una buena persona, con buenas intenciones, e intenta explicarse, con gran inteligencia y sentido del humor, su personalidad, su doctrina, sus manías y los medios que despliega en su quehacer político, desde el convencimiento de que también Harper, a quien no vota, quiere el bien común. Queda el retrato de un hombre conservador, íntegro y chalado, que hace frente a las mismas contradicciones, miserias y delirios que el resto. Es posible que Harper sea, al cabo, bastante peor persona que lo que obra supone, pero prefiero con mucho ese desfase al contrario: suponer que nuestros rivales políticos son monstruos morales que anhelan el mal y la destrucción de todo lo justo. Qué gran país es este en el que el insulto político se convierte en una suave, afectuosa, bien humorada broma entre amigos. 

viernes, 20 de septiembre de 2013

Tiene prisa

El verano pasó y no ha sido. El otoño tiene prisa y no cabrá en un mes. Las hojas se han arrebolado tan rápido, y de manera tan intensa, que caídas sobre la hierba casi parecen amapolas de Monnet. Hoy, indian summer, mañana lluvia, y mi rodilla —tiempo atrás una lesión me la convirtió en un barómetro— se queja de tanto movimiento. También Lola se despereza, tanteando las paredes del mundo. La estamos esperando.