Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ya llega

ESTÁBAMOS sentados en la cocina comiendo una fruta insípida cuando M ha creído ver copos de nieve. Ha dado un respingo y ha corrido por la casa vacía hacia el ventanal del salón, y yo detrás de ella, para ver los primeros copos de la temporada revoloteando como luciérnagas blancas. Durante unos segundos hemos presenciado como niños embelesados el primer latido del invierno. 'Bueno, pues ya está aquí'.

Hoy termina la moratoria climática que nos ha permitido disfrutar de nuestras dos primeras semanas en Canadá de un otoño apacible, espléndido y extemporáneo, según las admoniciones de nuestros amigos, a estas alturas de noviembre. En este país la nieve carece del carácter festivo y mágico con que se reviste en nuestras ciudades. Aquí la primera nevada es la señal que parte por la mitad el calendario. Un rito anual que obliga a guardar la bicicleta en el garaje, a montar los neumáticos de invierno, a sacar del armario abrigos como escafandras y a volver a empuñar la pala para abrirse camino hasta la calle. Aquí la nieve es una rutina, un modo de estar en el mundo en el que la comunidad de expatriados adiestra a los forasteros recién venidos al tiempo que les infunden un pavor milenarista ante su inminente advenimiento. 'Tendrás que comprarte unas botas impermeables, y cuida que la suela sea de goma, y regar de sal el jardín, y comprar calentadores y orejeras, y aprender bien la técnica de apalear nieve, si no quieres un lumbago de por vida, y ya verás, esto no es nada, no has visto nada todavía'. De ahí el ánimo sombrío con el que nos hemos ido a dormir, cuando los copos flotaban todavía como planetas solitarios. De madrugada M me ha arrancado del sueño :'Mira'. Nuestro jardín, nuestra terraza, nuestra calle, el mundo en general, cubierto por un espesa toga blanca. Y nos hemos abrazado, medio en broma medio en serio, de forma ridícula y memorable, como si estuviéramos frente al pelotón de fusilamiento.

1 comentario:

  1. Qué alegría, os seguiremos desde el polo opuesto. Un fuerte abrazo a ambos.

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