Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

jueves, 28 de marzo de 2013

Chicas

La nieve en el jardín fundiéndose, las ardillas ejercitándose, y los pájaros engolando el pico. Pero la prueba definitiva de que la primavera ha venido es esta: M quiere volver a comprarme ropa de entretiempo.

martes, 19 de marzo de 2013

San José

San José, a dos días de la proclamación de la primavera y caen copos como guisantes. Intolerable. A este paso qualsevol nit pot sortir el sol. Caminando de vuelta a casa me da por comparar la nieve cayendo con un repicar de campanas no por inaudible menos insoportable. M, de uñas.

domingo, 10 de marzo de 2013

Caramelo

A la entrada de la primavera, cuando la nieve empieza a fundirse, las ollas comienzan a hervir en las granjas de sirope. La mayoría de estas también llamadas casas del azúcar (cabanes à sucre, sugar shacks) se concentran en Quebec, que es el mayor productor de jarabe de arce del mundo. La provincia fabrica una cantidad tan loca, tan absurda, que los productores deben concertarse para restringir la oferta y no arruinarse inundando el mercado. Parte el bacalao la golosa Fédération de Producteurs Acéricoles de Québec, un cartel que en nada se distingue de la OPEP salvo en que su producto sabe mucho mejor. Si un granjero, llevado por su glotonería, vende por encima de la cuota asignada, puede contar con ser castigado por la Federación, que es la encargada de atesorar el excedente. En algún lugar de la provincia hay almacenados 20 millones de kilos de esta ambrosía rica, dicen, en potasio, manganesio, calcio y zinc. Pregunté a Chris por qué no producen menos. 'No pueden arriesgarse. La cosecha sólo dura seis semanas entre marzo y abril y les sale tan barata que no se lo plantean'. Y tanto que cuesta poco. Hoy, en una granja cercana a Ottawa, hemos visto cómo se hace. Se coge un arce de no menos de treinta años, se le clava un pitorro, de éste se cuelga un cubo que se tapa, y se espera junto al hogar a que el árbol segregue sus lagrimitas de caramelo. Uno puede mojar los dedos en la savia dentro del cubo. Es como un agua dulce. Luego se cuece para que se evapore la savia. A 40º se extrae el sirope; a temperaturas superiores, mantequilla, tofe y azúcar. Durante la cosecha las cabañas están abiertas al público dulcero e infantil. Primero te sientan y te dan tortitas untadas con el famoso sirope, que es menos denso que el almíbar, más consistente que un jarabe, más oscuro que el ámbar, más claro que una cerveza tostada; es como un oro horneado que sabe dulce como la miel pero menos empalagoso. En el exterior hay una barra donde se extienden unas tiritas de tofe en la nieve. Con una varilla de madera las enrollas y te queda un chupachups que está de muerte. Aquí es donde se concentran los niños. Porque estas chozas vienen a ser como granjas de Willy Wonka, deliciosas disneylandias con fondo de violines tras las cuales la Federación enmascara sus pérfidas prácticas colusorias. Ah, jarabe de arce, néctar de Lucifer, tú eres el milagro de la primavera que estábamos esperando. 





sábado, 9 de marzo de 2013

Cardenal

Un canadiense podría ser el próximo Papa. Se llama Marc Ouellet, es arzobispo de Quebec y su mayor baza es una larga carrera como misionero en Sudamérica. Aunque el tema es seguido con interés no parece que su candidatura suscite gran entusiasmo. De hecho, The Globe and Mail, el periódico anglófono de más prestigio y difusión, le ha dedicado una portada mezquina. Resulta que la pequeña iglesia rural de La Motte, la localidad quebequense donde Ouellet hizo sus votos, ha sido vendida al ayuntamiento ante la deserción de la mayoría de los feligreses. El titular es ¿Can this man [que no ha logrado salvar esta comunidad] lead the Church? Que el primer periódico de Canadá eche por tierra la candidatura de uno de los suyos, poniendo en duda sus méritos, da que pensar. Supongo que será una cicatería protestante. Un día habré de interesarme por cómo funcionan estas rencillas intersectarias. En todo caso, el credo romano es aquí mayoritario: un 46 por 100 de los canadienses se declaran católicos. De ellos, supongo que la mayor parte hará un seguimiento selectivo del catecismo, como en el resto del mundo. La mitad de los católicos está en Quebec. La provincia es una especie de edén perdido para la iglesia. Hasta los pasados años sesenta en Quebec era el clero el que manejaba casi en exclusiva la educación y la sanidad. La revolución tranquila consistió, entre otras cosas, en librarse de la férula eclesial. Ouellet tomó el camino contrario a su generación, incluidos sus familiares, que se dicen agnósticos o ateos. Le he visto por televisión: un hombre bonachón y afectuoso, aunque no parece muy listo. No es un reformista (tampoco es que entienda yo por qué todo el mundo no creyente anda empeñado en pedir reformas a la iglesia) y se le reprochan unas declaraciones contra el aborto en caso de violación. De ser elegido será interesante comprobar si eso supone un rearme de la iglesia en la provincia. Por lo demás, hoy es 9 de marzo. M abre la ventana y escucha los pájaros. ¡Han vuelto, han vuelto! Es un trino débil y huidizo, pero marca el fin de una época. El espeso, profundo, ubicuo silencio de la nieve ha acabado. M está tan contenta que ha abierto la última lata de berberechos. Sería estupendo volver a ver, precisamente estos días, fugado del cónclave, al pájaro cardenal y su pechera roja.


jueves, 7 de marzo de 2013

El coste de la vida en Canadá.

Uno de los asuntos de envergadura que por trabajo he debido seguir es la negociación de un acuerdo de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea, el ínclito CETA. Estaba previsto que las negociaciones terminasen en 2011. Ahora tengo la impresión de que el acuerdo no cerrará nunca. En contra de lo que uno pueda pensar, Canadá es una economía protegida, oligopolística e ineficiente. El NAFTA, ya se ha dicho, es un trola. Hay dos aerolíneas, cuatro bancos, dos cadenas de distribución, una droguería-farmacia que se repite en numerosas franquicias. El consumidor paga la cuenta. La protección es bárbara en los sectores lácteo y avícola, parapetados tras una atalaya irreductible. Básicamente, el sistema consiste en ajustar el precio final a la oferta y no a la demanda, lo que recuerda a la PAC de los años ochenta y noventa y sitúa al granjero canadiense en un pedestal equivalente al que se diseñó en Bruselas para el agricultor europeo. El sistema se cierra con una muralla de aranceles. El queso manchego, por poner un ejemplo querido, está sometido a un 366% de gravamen. No se trata únicamente de las dificultades para los productos extranjeros. La producción doméstica también sale por un pico. Debido a su enanismo demográfico Canadá no disfruta de las economías de escala que se podrían suponer a su tamaño continental. Si a la falta de apertura y la ineficiencia del mercado sumamos las propias trabas interprovinciales y el alza general de los precios de los alimentos en todo el mundo, se comprende que esta tarde hayamos pagado una coliflor fresca (por decir algo) a tres dólares y medio, dos tomates plastificados por tres dólares y dos aguacates a cinco dólares. Un filete de ternera, suculentamente hormonado, está entre seis y ocho dólares. Con la gasolina sucede otro tanto. Canadá tiene abundante crudo, pero caro de refinar, y no se trae gasolina americana, más barata. El litro de gasolina si sitúa en un dólar treinta seis céntimos hoy. Un 20% más cara que en USA. En fin, que este país es bastante caro. Otro día más datos.

sábado, 2 de marzo de 2013