Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

lunes, 3 de diciembre de 2012

Recato

(Para Chema, que me ha visto vomitar en un gimnasio)

Me he apuntado, sin temor ni convicción, a un gimnasio de la zona. El primer día me hicieron una pruebas que determinaron que, si bien mi edad biográfica era de 30 años, mi cuerpo ya había cumplido los 36. Tan desagradable descubrimiento me hizo enloquecer: contraté diez sesiones de entrenador personal. El trato es que en cuatro meses volvería a tener 23.

Ya mi amigo Pablo definió memorablemente los gimnasios como ‘gabinetes de tortura voluntaria'. A lo que yo añado: modernos templos de expiación. En mis solitarias travesías en la bicicleta estática me conmueve observar a otros penitentes que, como yo, querrían arrancarse el cilicio y bajar a la barra a tomar un batido. Claro que también hay santones de misa diaria que parecen disfrutar con la exhibición pública de su virtud muscular. En esta obra, los llamados personal trainer desempeñan el papel de canónigos del templo de perfección corporal. Mi entrenadora se llama Valerie, una jovencita franco-ontariana, que tiene un trasero como de escuela de bellas artes. El problema es que se ha empeñado que conseguir que yo exhiba un culo equivalente al suyo.

Come on, your glutes are not activated!'

¡Pero Valerie, yo solo quiero perder un poco de peso!

Come on, squeeze your glutes!

Otras veces le da por ponerse inspirational:

'Pain is weakness leaving your body!'

Pero he notado que su entusiasmo aminora y empieza a darme por perdido. 

El gimnasio al que vamos –M prefiere la piscina a la sala de máquinas– está bastante bien, la verdad. Es espacioso, está bien equipado y mantiene limpios los vestuarios. Alguna de sus reglas nos dicen algo de la vida en Canadá. En las paredes, por ejemplo, se informa de la modest policy de la empresa. En español podríamos llamarlo regla de recato, que dicta que los usuarios más en forma no pueden ir por ahí minando la autoestima del resto. Esto es, los chicos no pueden vestir camiseta sin mangas y las chicas no pueden enseñar los abdominales. No creo que en España hayamos llegado a este grado de delicadeza, refinado fruto del political correctnessPor si acaso hay una parte del recinto reservada para mujeres. También hay una piscina sólo para chicas. M me cuenta cosas tremendas, como que hay quien –sobre todo mujeres musulmanas, pero también nadadoras pudorosas, que se bañan vestidas, con una suerte de pantalones o faldita. No nos pondremos laicistas, pero alguien podría advertirles de que se trata de una práctica poco higiénica.

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