Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

domingo, 24 de febrero de 2013

Diana Krall

No estuvo fina ayer Diana Krall en el NAC, presentando su gira mundial 'Glad rag doll'. Muy resfriada, seguramente no quiso suspender el concierto, aunque sí quitárselo de encima cuanto antes. Habló mucho, demasiado, de una manera espesa y torpe, como si sólo su voz, que es extraordinaria ya sea hablando o cantando, ligeramente rasposa, ahumada, bastara para conectar con el público. Y lo hizo, porque el público de Ottawa es poco exigente. Y también, dicho sea en honor a la verdad, porque es guapísima, muy sensual, provocadora, una blonde piegée en toda regla, vaya. Es una ley: con las guapas se es más indulgente cuando otros atributos fallan. Pero tampoco se puede dudar del talento de la Krall. Era un mismatch considerable: no casa nada bien la sofisticación de DK (que por cierto, todavía no lo he dicho, es canadiense de Nanaimo, British Columbia) con el público de jubilados mal vestidos de Ottawa. Krall condescendía, como cuando después de interpretar algunas canciones del disco (una recreación de las tonadas de los años veinte) se avino a tocar a desgana algunos de los estándar que la han hecho famosa. Ella misma preguntó al respetable qué es lo que quería escuchar. Un detalle, si no nos hubiera quedado perfectamente claro que nos estaba haciendo un favor. Estuve a punto de gritar desde la butaca I've got you under my skin, pero tuve la impresión de que me iba a decir que no, e, históricamente, los nos de las rubias me han afectado mucho. Al final el favor fue Let´s face the music and dance. Nos fuimos sin escuchar los bises. Le perdonamos el pinchazo. Sigue en nuestra selecta lista de Favourite canadians.



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