Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

viernes, 22 de junio de 2012

Calor

Llega el vino del estío y hace un calor de mil pares. Pasar de 40 grados bajo cero a 46 por encima, todos ellos rebosantes de humedad, no es poca broma. Sales de casa y el aire se te pega a cara y cuerpo como un sudario caliente. He tomado conciencia exacta de la temperatura al ver a una ardilla recostada sobre una rama, como una odalisca patitiesa, con la cola colgando lánguida e inmóvil. Se me ha ocurrido que podría bajar y dejar a su alcance un cuenco con cerveza bien fría. La próxima vez. Por lo demás, no solo nos achicharramos los mamíferos del barrio. La levadura del sol es capaz incluso de agostar la poderosa vegetación de Ottawa, ciudad feraz cuando no está cubierta de nieve. Como no hay mal que bien no traiga, también la maleza se ha retirado a sus cuartes subterráneos. Es un calor tórrido, de malecón habanero, y de una inclemencia siciliana. En casa, he restringido mis viajes al piso de arriba, imposible de refrescar por más ventiladores que se pongan a trabajar. Little Ibiza está intratable. De noche el aire acondicionado nos mantiene fresquitos. M se aclimata mejor, más allá de unas pocas exclamaciones (Ostia, quina calor que fa!). Canadá. Qué país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario