Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

miércoles, 20 de junio de 2012

Little Ibiza

M está que se sale. Desde que salió victoriosa —si bien el triunfo pudiera tratarse de un espejismo— de su lucha jardinera contra los malignos dandelions (dientes de león), se ha lanzado a un frenesí de actividad. El giro profesional que anhela para su carrera ya está en marcha. Mientras se produce, se muestra más simpática y fraternal que nunca; el vecindario está entregado, la adora, reservándome, con todo merecimiento, el papel de marido nervioso y un poco misántropo. El jueves abrió la casa para dar una merienda en homenaje a J y E, que pronto nos abandonan, poblando la casa de juguetes para los niños y sándwiches de nutella para mí. Y el domingo organizó una expedición para los S. en raft por el río Ottawa, coronada por una barbacoa en el pontón sobre el lago Muskrat. Hacia todos tiene detalles, amables deferencias para las que tiene una sensibilidad especial. Qué decir de El racó de M. Fatiga las páginas del libro del recetas familiares de Ferrán Adrià, con resultados felicísimos; su última goyería, una codorniz sobre lecho de cuscus, que le salió puramente canónica y carnal. Pero sin duda su obra maestra de los últimos tiempos ha sido la creación de Little Ibiza en nuestra terraza. Compró un conjunto de jardín —sofá en L y dos otomanas— por tres pesetas en el Canadian Tire. Añadió la mesita de madera que traía de Barcelona y dispuso velas y antimosquitos con eficacia y gusto. Un poco de música suave desde el interior y ya está, Little Ibiza, el mejor lugar de toda la ciudad entre las seis y las once esta época del año. Ideal para leer, perfecto para recibir. Pero como por la mañana el calor es asfixiante, y su mente no descansa, ha decidido crear otro espacio en el porche. Allí ha plantado dos sillas muskoka de plástico —media peseta cada una— desde donde poder ver crecer la hierba y leer los domingos triunfantes. Lo hemos llamado un coin de provence. Ya lo sé. Y no sobra decir que está guapísima, primaveral como una musa de Boticcelli. 


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