Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

martes, 16 de abril de 2013

Ornitología

Para alargar la vuelta a casa vuelvo dando rodeos innecesarios y aleatorios por el barrio. Por fin vuelve a ser agradable salir a pasear, a respirar esa humedad de calle recién lavada por las gotas de lluvia. New Edinburgh es un vecindario tranquilo, casi se diría deshabitado. Sólo el autobús 57 por la calle Crichton interrumpe el silencio cada veintidós minutos. Pero por las callejas, junto a los cubos de basura vacíos, apenas se nota. Hay tímidos, minúsculos, brotes en las ramas de los árboles y algún montón irreductible de nieve sucia. Sobre todo trato de escuchar a los pájaros. El canto de los pájaros es una de esas cosas que hemos arrojado al purgatorio de lo cursi. Intento rehabilitarlo como fuente de placer. A veces suenan como la risa escondida de alguien que desea ser descubierto. Otra veces parecen una estrepitosa conversación de bar. Y otras una melodía se propaga en solitario sonando como una pistola láser. Metáforas mostrencas, cierto. Excusa: en mi ciudad solo hay dos pájaros: urracas y gorriones. Aquí en cambio hay pajarillos de varios tipos y tamaños, y los más bonitos, y que más me alegran, unos con la pechera naranja. Como tampoco tengo oído no sé si trinan de manera afinada o no. No podría distinguir al mirlo del ruiseñor. Soy un analfabeto ornitológico y musical. Más que el trino lo que me gusta es su presencia, la felicidad de saber que hay cosas que siempre vuelven. Al llegar a casa M sigue de parranda en casa de B. Pongo en el ordenador el Cantus Articus o Concierto para pájaros y orquesta de Rautavaara. Excelente y estrafalario. Suave. La melodía de los pájaros se funde con tanta sencillez con el resto de las notas que uno se pregunta cómo no se le ocurrió a nadie mucho antes. Me lo descubrió Mirapeix. Intento estudiar un poco. No puedo. Saco de la biblioteca El ruido eterno el fenomenal libro de Alex Ross sobre la música clásica del siglo XX, para ver si dice algo de Rautavaara. Pues no, pero hay varios pasajes sobre Messiaen y las transcripciones que hizo de la música de los pájaros. Dice 

A partir de 1949, Messiaen hizo apariciones en Darmstadt, donde se mostró tan hábil como cualquiera de sus colegas a la hora de llenar pizarras con diagramas cuasicientíficos. Pero enseguida se escapaba por una tangente inesperada. Un día de 1953, contó Antoine Gólea, enseñó a sus alumnos un libro que contenía ilustraciones de pájaros a todo color. 'Los pájaros han sido mis primeros y mis mayores maestros', anunció. Luego mostró cuadernos en los que había transcrito cantos de pájaros oídos en expediciones realizadas a diferentes partes de Francia. 'Los pájaros cantan siempre en un modo determinado', dijo. 'No conocen el intervalo de octava. Sus líneas melódicas recuerdan a menudo las inflexiones del canto gregoriano. Sus ritmos son de una complejidad y de una variedad infinitas, pero siempre de una precisión y de una claridad perfectas'. Los alumnos debieron de preguntarse si había perdido la cabeza o, alternativamente, si estaba haciendo una sátira de la mentalidad de Darmstadt. Pero Messiaen hablaba muy en serio  

Inmediatamente me pongo a buscar en los anaqueles de internet música de Messiaen, pero no hay tiempo. Oigo a M entrar en casa. Lo mejor del día: contarnos el día.

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