Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Albedo

La ventana de mi despacho mira a una paisaje nevado. Como todas las ventanas de Canadá esta época del año, supongo. Los distintos efectos lumínicos, a los que todavía no me he acostumbrado (es decir, todavía los veo) atrapan mi atención. La luz rebota con fuerza en la nieve sin calentarla, deslumbrando. Uno no puede posar la mirada en lo blanco sin comenzar a entornar los ojos. Variación del albedo, creo que lo llaman. En una escala que midiese la capacidad de distintas superficies de reflejar los rayos del sol la nieve estaría la primera (luego las nubes, luego el desierto) y el mar el último. Por esa razón los pueblos de Andalucía son blancos y los esquiadores llevan gafas de sol. A esta hora, la franja de nieve iluminada tiene una cierta calidad cítrica, imperceptiblemente amarillenta. La franja que queda en sombra es en cambio azul, al principio algo turquesa, y conforme va progresando, más como el de una ciruela. No sé por qué me doy a estas bagatelas. Por miedo a no recordarlo, pienso. Lo más sencillo sería salir ahí y pintar como Sisley, que para algo él es el impresionista que mejor pintó la nieve, y yo el funcionario que vuelve a su función.

2 comentarios:

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  2. Emocionante contemplación del paisaje. Es como un haiku con la extensión de Guerra y Paz.

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