Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

sábado, 10 de diciembre de 2011

Retorno de lo vivo lejano

Entre los beneficios que trae la condición de expatriado -bajo el entendimiento de que la expatriación es el fruto de una opción bien pagada y no de una ausencia de opciones- está la suspensión del vínculo. El propio país, los amigos, la familia, el universo de obligaciones rutinarias, la madeja inextricable de afectos, todo eso queda relegado bajo una marca de agua. Cesa en su existencia, por así decir. Es cierto que se mira de reojo, se mantiene el contacto, se está al tanto de lo que pasa. El vínculo no se rompe, pero relaja el nudo. Lo importante seguirá siéndolo a nuestra regreso, lo insignificante que nos atosigaba adquiere con la distancia su exacta dimensión liliputiense. Sucede que una patria no reemplaza el hueco que deja la otra: tampoco se vive plenamente en el país de acogida. Como forastero, uno asiste a la vida ordinaria de los otros como un curioso impertinente, o un razonable opinador. Cuanto ocurre nos puede interesar o aburrir, pero no nos puede afectar, no va con nosotros, o no al menos hasta pasado un largo tiempo, el tiempo que tarda en aparecer el nuevo vínculo, el nuevo lazo que aprieta. O puede regresar el antiguo con fuerza y necesitarlo uno como un miembro amputado. Pero en general el expatriado vive un mundo de mentira, que no es el suyo, exonerado de la obligación de tomar partido, libre de las cargas emocionales que impone decir 'esto es mío'. Huelga decir que se vive de cine en este estado de falsa apatridia. Pero hay veces que lo vivo lejano cruza de una zancada el mar océano para turbarte y recordarte quién eres. Tardes, como hoy, en las que el Madrid vuelve a jugar mal al fútbol y a perder contra el Barcelona; alguien te arranca furiosamente del estado de tranquila irrealidad y vuelves a marcharte enfurrunfuñado y sin cenar a la cama, como si no hubieras desaprendido nada.

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