Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

lunes, 24 de septiembre de 2012

Wakefield

Leo las noticias de España como quien lee cada día más espantado el parte de una guerra, porque otra guerra, por fortuna, no ha conocido. Los malos augurios, la lucidez del pesimismo, el desgarro sentimental, y sobre todo el penoso papel que me ha tocado de Jeremías llorando a orillas del río de Babilonia a causa de la destrucción del templo, se me hacen insoportables. A la mierda. Hagamos otra cosa. Vayamos a Wakefield, por la parte de Quebec, a anegar nuestros patrióticos pesares en un brunch pantragruélico, total y definitivo. Adicionalmente, el otoño proporcionará pintorescas photo opportunities. La visión de M, más guapa y graciosa que nunca, encajándose, en riguroso orden, ensalada de macarrones, fiambre, salmón, huevos revueltos, salchichas, bacon, rodajas de queso fresco, un gofre rociado de sirope de arce, macedonia y por poco un rebanada de carne asada, me hace feliz y me eleva el ánimo. Por la ventana del restaurante llueven las hojas secas como meteoros tenues y temblorosos. Las copas tornasoladas de los árboles, un cuerpo de manzana que se sonroja. Damos un paseo, ahora que es el momento justo para vestir mi chaqueta favorita, que mi abuelo compró en Bel, Barcelona. Me abrazo a mi mujer, a quien tanto quiero.



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