Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Elecciones en Quebec, II

Ganó el Parti Quebequois, por poquito. Pero no habrá, en mi opinión, ni un tercer referendo ni independencia para Quebec. A los nacionalistas se les ha enfriado el café. La tensión épica necesaria para una secesión no se puede mantener indefinidamente, menos incluso si, bien mirado, el asunto no deja de ser una frivolidad. Parece que en Cataluña (ay) la independencia se propaga como una camiseta de moda. Es algo nuevo y excitante. No en Quebec, donde el soberanismo es mercancía rancia, ajada. Los que intentaron la separación, por dos veces, son ahora abuelos haciendo de abuelos. Cierto es que el apoyo al sí tiene un suelo sólido en torno al 35 % pero los del PQ saben que es casi imposible armar una mayoría clara en un referendum. Además el buen federalista Stephane Dion ya se aseguró de crear un potente dique, la muy razonable Clarity Act, contra una nueva intentona. Sucederá lo siguiente: exigirán, en un tono desabrido, más competencias a Ottawa. Si se obtienen se usaran para profundizar en su aislamiento; si no, tendrán en la negativa el pretexto para caldear el ambiente. Darán una vuelta de tuerca más a las leyes contra el inglés (la Loi 101, que tanto dio de reir y de llorar a Richler). Quebec se hará un poco más pobre, y los precios de la vivienda en Toronto subirán. El gobierno federal hará bien en ignorar las baladronadas del PQ y en dejar que los tribunales, que aquí se hacen respetar, frenen los abusos. Un sujeto atentó ayer a la salida del local donde celebraba la victoria  el PQ. Mató a una persona e hirió a otra. Mientras disparaba se le oyó decir algo así como ‘¡por fin se despiertan los ingleses!’ Un crimen patético que hubiera causado una tremenda amargura al nunca suficientemente añorado Mordecai Richler.

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