Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

viernes, 31 de agosto de 2012

Cosas raras que suceden en Canadá (I)

Como hoy recibimos, M me manda por tourtieres a Jakobson, que es el colmado donde venden los comestibles buenos y caros. La tourtiere, una suerte de quiche o empanada de hojaldre fino, la hemos descubierto en una salida por la parte de Gatineau, provincia de Quebec. Luego supimos que también se podían adquirir en el mencionado establecimiento. Voy, entro y hurgo en el refrigerador, pero no encuentro las tourtieres más sabrosas, que son las que están rellenas de cordero y de pato; únicamente las hay vegetarianas. Pregunto. La tendera me mira alarmada, y dice, con la boca prieta: 'No no, aquí nunca hemos vendido tourtieres de carne de Quebec, eso está prohibido'. Y yo: '¡Cómo prohibido, estoy seguro de haberlas comprado aquí en el pasado!' Y ella: 'No puede ser señor, no se puede traer carne de Quebec, la ley no lo permite' ¡Acabáramos! ¡Aduanas interiores! ¡Y M y yo de estraperlistas involuntarios, traficando con cárnicos en el maletero! Y es que la vida en Canadá depara alguna que otra sorpresa, y no es la menor apercibirse de la ausencia de un mercado único para todo el país. Un mercado común es una de las tres o cuatro cosas que debe tener un Estado digno de tal nombre. Pues aquí resulta que no, o no del todo, o no para algunos productos. No es sólo la carne. Por ejemplo: Hace poco supe que reglamentos federales y provinciales prohíben el transporte directo de alcohol entre provincias; de manera que si compras una botella de vino en Montreal, no puedes llevarla de vuelta a Ottawa, so pena de multa. Las barreras comerciales tienen como objetivo, como es natural, proteger a los bodegueros de la provincia, así sea la competencia entre canadienses. Aunque tengo observado que nadie respeta el reglamento, porque a ver quien se pone a detener coches y abrir maleteros en los límites provinciales. Es una ridiculez muy comentada por el cuerpo diplomático, a la que ahora hay que sumar, a lo que se ve, la prohibición de trajinar con viandas. Nada grave, pues también aquí el contrabando está a la orden del día. La tendera mira a un lado, ve que estamos solos y me dice: 'Me dice cuántas tourtieres de carne quiere y se las traemos...'. 

Cuando se vive en país ajeno, es un momento de moderada satisfacción descubrir algún absurdo que uno no encontraría en casa. Huelga decir que a los españoles no nos sucede muy a menudo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario