Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

domingo, 12 de agosto de 2012

Agua, por dios

Es domingo por la tarde, M no está, estudio y de repente cae la lluvia. El momento álgido de todo verano, su cúspide, el momento estelar que diría Zweig, es el aguacero, y quizá lo único que celebrar de esta estación cansina y pringosa. Cuando la calima y la humedad comienzan a ser insoportables... plas. Un bello y piadoso chaparrón, con sus miles de puntas de agua, calmando la tierra, los valles, las colinas, en ráfagas de una energía formidable. Las ramas se balancean con suavidad, como en un rito de una religión desconocida. Las cigarras dejan de molestar. 

A mí la lluvia, esta lluvia súbita y gozosa, me sienta como la mano amiga que se posa en el hombro. De pronto se cuela la luz como una mano femenina entre visillos.

Plas, plas, plas.

Luego se termina, pero la alegría viene siempre en estas dosis fugaces e instantáneas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario