Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

sábado, 18 de agosto de 2012

Larry B.

Larry B. es nuestro agente de la propiedad inmobiliaria, que es, más o menos, como puede traducirse el oficio, tan anglo, de 'real state agent'. En Norteamérica es un tipo de profesión adornada de cierto glamour, por completo ausente en sus pares españoles. Se les conoce como realtors, que es nombre como de cuerpo de élite, con licencia para alquilar y vender casas. Su retrato, sonriente e incitante, es visible en los carteles de se vende o se alquila a la entrada de las fincas. A veces hay en un mismo barrio varias fotos tratando de seducirte; 'vente conmigo', parecen decir, o 'yo te consigo un chollo', o incluso, 'la rubia de la foto de enfrente te estafa seguro, no es de fiar'. Pero en general, por razones que no termino de entender, todos tienen la misma aura mefistofélica, y una sonrisa más falsa que un euro de madera. Pues bien, nuestro realtor, nuestro hombre de la foto, es Larry B. Larry B. es bajito y orondo como un cura de pueblo; tiene los ojos claros y la cabeza cuadrada, sólidamente pegada a un cuello grueso como el de un buey, con un púa rubia que se despega un poco de la coronilla por todo cabello. Tiene un piso en Cuba donde pasa largas temporadas, y un parecido razonable con el pintor Francis Bacon. Fue él quien nos alquiló la casa, y es él quien se ocupa de su mantenimiento en ausencia de los dueños. A mí al principio no me caía mal, pero a M le fue antipático desde el principio, lo que no es de extrañar, porque con ella es un perfecto imbécil. 'Es lo que mis amigos gays llaman una marica mala' me dice M, 'sabes, esos que disfrazan sus salidas de tono de ironía y se reviran contra las mujeres '. No ayuda a mejorar su imagen una soriasis que parece complicada de tratar. Le vemos de tanto en tanto, cuando hay algún desperfecto que reparar. Comprueba el problema —comprueba que no somos lerdos y no nos lo hemos inventado—, y nos envía un par de días después a Charles, un manitas muy amable. Hoy ha venido, a petición nuestra, a inspeccionar el mal estado del césped, una puerta rota y la batería agotada de la alarma anti-incendios. Queriendo ser gracioso, ha hecho un par de comentarios machistas —no viene al caso recogerlos— que nos han sentado muy mal. Le he pedido que se abstuviera en adelante. 'Es que tengo un sentido del humor muy sarcástico' ha dicho. Hay mucha gente que cree que su inteligencia le da para ser sarcástico, cuando en realidad no pasan de la grosería. La grosería es materia prima del sarcasmo, pero éste requiere un refino profundo y apenas se parece a aquélla. 'Mejor sé sarcástico conmigo' le he dicho. M ya se lo toma con filosofía, apiadándose: 'No sabes las ganas que me entran de decirle que él vive en una mierda de pueblo y yo soy de Barcelona'. (Llamaremos a eso el botón nuclear).

2 comentarios:

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  2. Para ser justos, debemos contar que hoy Charles ha vuelto a casa (últimamente todo parece estropearse) y se ha disculpado de forma enfática y parece que sincera, por las salidas de tono del otro día.
    A pesar de que me ha dado un pequeño susto (ha aparecido con camiseta blanca de algodón y nuevo corte de pelo, y se me ha antojado igualito que Hannibal Lecter), creo que volvemos a ser amigos. Me he quedado sin botón nuclear, pero más contenta, sin duda.
    M

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