Adorerai-je aussi ta neige et vos frimas,
Et saurai-je tirer de l'implacable hiver
Des plaisirs plus aigus que la glace et le fer?

Ciel brouillé, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire

sábado, 14 de enero de 2012

Más sobre la nieve y el invierno (winter mind)

Intuyo que el día que me levante y la nieve se haya fundido sera triste para mí. En España, ya lo he dicho, una mañana nevada era y sigue siendo, al menos en las ciudades, un acontecimiento maravilloso, teológico, por así decir, un descendimiento o una aparición. Recuerdo mirar los copos desde la ventana de clase con la aprehensión de que la nieve no cuajase y el milagro no se produjera. Aquí, en cambio, la nieve no es algo que ocurra, es algo que llega e inaugura un mundo, un mundo sobrenatural y distinto. El invierno que yo conozco es una estación pelona y vulgar, únicamente marcada por aquello que falta (la calidez, las flores, las hojas caídas). En Canadá el invierno significa algo, ese algo es la nieve, y más allá, la blancura del mundo. Lo cierto es que noto que la abundancia de nieve alrededor me sienta bien -y ese sentimiento de bienestar es paralelo a la inquietud que me produce el verano, estación que detesto- como también me sienta bien ese frío que uno se toma como un chupito de tequila helado. Llevo pensando en estas cosas desde que llegué y ahora cae en mis manos este poema de Wallace Stevens, que copio más abajo, que hace esta nota superflua e irrelevante. Instalado en ese winter mind, ese humor de invierno. Así estoy. Parece una tontería, pero siento que las cosas van bien, que tienen su razón, que no hay nada que podamos hacer y que no debemos lamentarlo. Lo curioso es que sea precisamente la dureza del invierno lo que invite a la calma; la nieve es una inmensa bandera blanca pidiendo una tregua. Ése es mi estado de ánimo: el de alguien que sabe que la guerra se ha detenido, que el río se ha detenido y acierta a decir, no sabe muy bien a quien 'Gracias'. Como si la nieve que cae sobre tu hombre fuera la mano de un amigo.

The Snow Man

One must have a mind of winter
To regard the frost and the boughs
Of the pine-trees crusted with snow;

And have been cold a long time
To behold the junipers shagged with ice,
The spruces rough in the distant glitter

Of the January sun; and not to think
Of any misery in the sound of the wind,
In the sound of a few leaves,

Which is the sound of the land
Full of the same wind
That is blowing in the same bare place

For the listener, who listens in the snow,
And, nothing himself, beholds
Nothing that is not there and the nothing that is.

El hombre de nieve

Uno debe tener un ánimo de invierno
Para considerar la escarcha y las ramas
De los pinos encostrados por la nieve;

Y haber tenido frío un largo tiempo
Para contemplar los enebros enmarañados con hielo,
Los abetos, agrestes en el brillo lejano

Del sol de enero; y no pensar
En ninguna aflicción en el sonido del viento,
En el sonido de unas pocas hojas,

Que es el sonido de la tierra
Llena de ese mismo viento
Que sopla en el mismo desnudo lugar

Para el oyente, el que escucha en la nieve,
Y, en sí mismo nada, contempla
La nada que no está allí y la nada que está.

2 comentarios:

  1. You like potato and I like potahto,
    You like tomato and I like tomahto,
    Potato, potahto, tomato, tomahto!

    (M)

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  2. Cuidado, que normalmente se entiende que este poema alude a la mala relación del autor con su mujer.

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